rosa


El club de remo, el río, me hacen sentir otra vez
esa puntada. Me puse el vestido de flores por el cual
discutí con el turco que vendía cosas viejas frente
al Pompidou. Llevé también una manta de croché,
todo por 10 euros. Me hace la cintura finita,
pero dá campo, angelical. Mi mamá me dice estás divina.
sos fina. Me acuerdo de todos los futuros paseos en
barco también. ¿y si de verdad era eso, lo esencial?
Ni un millón de vueltas por el Delta, ni lo sabremos.
Las freses sabias de F, y las historias de cada una, un universo.
La planta de quinotos al lado de mi bicicleta,
los mejores regalos de cumpleaños del mundo.
Te llamaría desde un teléfono rosa, Berlín o San Pablo,
con mi vestido puesto.

2 comentarios:

nv dijo...

una belleza de poema, éste

Anónimo dijo...

el delta tiene ese nose que de sentirnos libres, a mi tambi'en me pasa...creo.
hermoso!